martes, marzo 10, 2015

¡Solo a las maduras!... Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus.

Una semana después del nacimiento de nuestra hija Lauren, mi esposa Bonnie y yo estábamos completamente agotados. Lauren nos despertaba todas las noches. El parto había sido muy doloroso y Bonnie estaba tomando calmantes. Apenas podía andar. Después de pasar dos semanas en casa para ayudarla, yo volví al trabajo. Bonnie parecía encontrarse mejor. Mientras yo me hallaba en el despacho, se quedó sin pastillas para calmar el dolor. En lugar de llamarme a la oficina, le pidió a uno de mis hermanos, que estaba en casa  de visita, que le comprara más. Sin embargo, mi hermano no regresó con las pastillas. Bonnie pasó pues todo el día sufriendo de dolor, y cuidando de un bebé. Yo no podía saber que hubiera pasado un día tan espantoso. Cuando regresé a casa Bonnie estaba muy disgustada. Malinterpreté la causa de su disgusto y pensé que me estaba echando a mí la culpa. 
- Me he pasado el día con dolores.. " dijo, "me quedé sin pastillas. ¡Estuve inválida en la cama y a nadie le importa!”

Dije en forma defensiva: “¿Por qué no me llamaste?” Respondió: “Le pedí a tu hermano que me trajera las pastillas, ¡pero se olvidó! Lo estuve esperando todo el día. ¿Qué iba a hacer? Apenas puedo andar. Me siento tan abandonada!”.

En ese momento exploté. No tenía mucha paciencia ese día. Estaba enojado porque no me había llamado.

Estaba furioso de que me echara a mí  la culpa cuando yo ni siquiera sabía que lo estaba pasando tan mal. Después de intercambiar algunas palabras subidas de tono, me dirigí hacia la puerta. Me sentía cansado, irritable y no estaba dispuesto a seguir escuchando. Ambos habíamos alcanzado el límite. 
Una semana después del nacimiento de nuestra hija Lauren, mi esposa Bonnie y yo estábamos completamente agotados. Lauren nos despertaba todas las noches. El parto había sido muy doloroso y Bonnie estaba tomando calmantes. Apenas podía andar. Después de pasar dos semanas en casa para ayudarla, yo volví al trabajo. Bonnie parecía encontrarse mejor. Mientras yo me hallaba en el despacho, se quedó sin pastillas para calmar el dolor. En lugar de llamarme a la oficina, le pidió a uno de mis hermanos, que estaba en casa  de visita, que le comprara más. Sin embargo, mi hermano no regresó con las pastillas. Bonnie pasó pues todo el día sufriendo de dolor, y cuidando de un bebé. Yo no podía saber que hubiera pasado un día tan espantoso. Cuando regresé a casa Bonnie estaba muy disgustada. Malinterpreté la causa de su disgusto y pensé que me estaba echando a mí la culpa. 
- Me he pasado el día con dolores.. " dijo, "me quedé sin pastillas. ¡Estuve inválida en la cama y a nadie le importa!”

Dije en forma defensiva: “¿Por qué no me llamaste?” Respondió: “Le pedí a tu hermano que me trajera las pastillas, ¡pero se olvidó! Lo estuve esperando todo el día. ¿Qué iba a hacer? Apenas puedo andar. Me siento tan abandonada!”.

En ese momento exploté. No tenía mucha paciencia ese día. Estaba enojado porque no me había llamado.

Estaba furioso de que me echara a mí la culpa cuando yo ni siquiera sabía que lo estaba pasando tan mal. Después de intercambiar algunas palabras subidas de tono, me dirigí hacia la puerta. Me sentía cansado, irritable y no estaba dispuesto a seguir escuchando. Ambos habíamos alcanzado el límite. 

Entonces comenzó a suceder algo que cambiaría mi vida.
- No por favor, no te vayas, dijo Bonnie. Es ahora cuando más te necesito. Estoy sufriendo. Llevo varios días sin dormir. Por favor, escúchame”. 
Me detuve un instante y escuché. 

Ella siguió: “¡John Gray, eres un amigo interesado! ¡Solo estás a las maduras! Mientras soy la dulce y cariñosa Bonnie puedo contar contigo, pero en cuanto no es así te vas por esa puerta”.

Hizo una pausa y sus ojos se llenaron de lágrimas. Su tono cambió y dijo: “En este mismo momento estoy sufriendo. No tengo nada que ofrecer, es cuando más te necesito. Por favor, ven aquí y abrázame. No tienes que decir nada. Sólo necesito sentir que tus brazos me rodean. Por favor, no te vayas”.

Me acerqué y la abracé en silencio. Lloró en mis brazos. Después de unos minutos, me dio las gracias por haberme quedado . Me dijo que sólo necesitaba sentir que la abrazaba.

En ese momento comencé a comprender lo que significa en verdad el amor. Yo siempre me había considerado una persona afectuosa. Pero ella tenía razón. Solo estaba a las maduras.  Mientras ella estaba contenta y se mostraba simpática,  yo le daba también amor. Pero si ella no estaba feliz o estaba disgustada, yo me sentia culpable,  o bien me ponía a discutir o me distanciaba de ella.

Ese día, por primera vez, no la abandoné. Me quedé y fue muy bueno. Conseguí entregarme a ella cuando  realmente lo necesitaba. Parecía amor verdadero. Preocuparse por el otro. Confiar en nuestro amor. Estar allí en el momento en que ella lo necesitaba. Me maravillé de lo fácil que era apoyarla cuando se me mostraba el camino.

¿Cómo no había podido verlo? Ella sólo necesitaba que me acercara y la abrazara. Otra mujer hubiera sabido en forma instintiva lo que necesitaba Bonnie. Pero como hombre, no sabia que el hecho de tocarla, abrazarla y escucharla era algo tan importante para ella. Al reconocer estas diferencias, comencé a aprender una nueva manera de relacionarme con mi esposa. Nunca hubiera creído que podíamos resolver el conflicto tan fácilmente.

En mis relaciones anteriores, me había mostrado indiferente y poco afectuoso en tiempos difíciles, simplemente porque no sabía que hacer. Como resultado de ello, mi primer matrimonio había sido muy doloroso y difícil. Este incidente con Bonnie me reveló de qué modo podía cambiar las cosas.
Entonces comenzó a suceder algo que cambiaría mi vida.
- No por favor, no te vayas, dijo Bonnie. Es ahora cuando más te necesito. Estoy sufriendo. Llevo varios días sin dormir. Por favor, escúchame”. 
Me detuve un instante y escuché. 

Ella siguió: “¡John Gray, eres un amigo interesado! ¡Solo estás a las maduras! Mientras soy la dulce y cariñosa Bonnie puedo contar contigo, pero en cuanto no es así te vas por esa puerta”.

Hizo una pausa y sus ojos se llenaron de lágrimas. Su tono cambió y dijo: “En este mismo momento estoy sufriendo. No tengo nada que ofrecer, es cuando más te necesito. Por favor, ven aquí y abrázame. No tienes que decir nada. Sólo necesito sentir que tus brazos me rodean. Por favor, no te vayas”.

Me acerqué y la abracé en silencio. Lloró en mis brazos. Después de unos minutos, me dio las gracias por haberme quedado . Me dijo que sólo necesitaba sentir que la abrazaba.

En ese momento comencé a comprender lo que significa en verdad el amor. Yo siempre me había considerado una persona afectuosa. Pero ella tenía razón. Solo estaba a las maduras.  Mientras ella estaba contenta y se mostraba simpática,  yo le daba también amor. Pero si ella no estaba feliz o estaba disgustada, yo me sentia culpable,  o bien me ponía a discutir o me distanciaba de ella.

Ese día, por primera vez, no la abandoné. Me quedé y fue muy bueno. Conseguí entregarme a ella cuando  realmente lo necesitaba. Parecía amor verdadero. Preocuparse por el otro. Confiar en nuestro amor. Estar allí en el momento en que ella lo necesitaba. Me maravillé de lo fácil que era apoyarla cuando se me mostraba el camino.

¿Cómo no había podido verlo? Ella sólo necesitaba que me acercara y la abrazara. Otra mujer hubiera sabido en forma instintiva lo que necesitaba Bonnie. Pero como hombre, no sabia que el hecho de tocarla, abrazarla y escucharla era algo tan importante para ella. Al reconocer estas diferencias, comencé a aprender una nueva manera de relacionarme con mi esposa. Nunca hubiera creído que podíamos resolver el conflicto tan fácilmente.

En mis relaciones anteriores, me había mostrado indiferente y poco afectuoso en tiempos difíciles, simplemente porque no sabía que hacer. Como resultado de ello, mi primer matrimonio había sido muy doloroso y difícil. Este incidente con Bonnie me reveló de qué modo podía cambiar las cosas.

Now reading... Inventor de milagros

"Creo que todo ser humano debe dedicarse a escribir poesía media hora al día, sin preocuparse de si lo que escribe es bueno o malo, si va a tener éxito comercial o no. La poesía ha de ser una constante en la vida para depurar el ego… Cada día deberíamos realizar un acto gratuito, una cosa chiquita que sirva a los demás, como dar una chocolatina a un niño, cosas simples. Yo he llegado a cierta depravación en la búsqueda de la bondad. A veces deposito un billete en el bolsillo de un mendigo que está dormido, para que crea que tiene suerte. Invento milagros. Aunque no creas en los milagros puedes hacer pequeñas obras para ayudar a los otros."