lunes, abril 07, 2008

Increíble

El otro día ví hasta donde la indiferencia se transforma en algo tan practicado que hasta la buena gente la ejercita sin ni siquiera saberlo. Y cuando digo indiferencia pienso en mil cosas más, que simplemente practicamos por inercia.
Había en el suelo un señor tirado en medio de una acera en una avenida larga. Yo lo veía desde un monton de metros de distancia y veía la gente pasar a su lado caminando, lo que me llevó a pensar que igual era un señor que pedía, aunque no me cuadraba porque estaba en una postura muy rara. Cuando llegué a él minutos después, habrían pasado por él quizás una decena de personas, y para mi sorpresa me encontré al hombre con sangre en la boca confuso mareado y sin practicamente poder hablar. Estaba bastante desaliñado, ropas viejas, a lo mejor con apariencia de borracho, aunque sin estarlo. Algunos lo miraban raro, otros ni siquiera eso. Pero nadie le dijo nada.
¿Y si hubiera sido una chica joven o un señor "normal", hubiera permanecido tanto rato en el suelo sin que nadie le dirigiese una palabra o le ayudase a levantar o se interesase de cualquier forma por él? Pues no. No generalizo y pienso que quizás de 10 veces que ocurriese esto, sólo 1 la gente pasara... pero la cosa es que pasó. Y eso me hace preguntarme, si es que en general pensamos que hay gente que se merece las cosas más que otros, o que hay gente que es escoria ¿? O peor, quizás ni siquiera pensamos nada, sencillamente aceptamos como normal que nuestros ojos vean y nuestra mente ignore. La indiferencia es una costumbre más arraigada de lo que yo creía. Si estamos ciegos ante una realidad tan al alcance de la mano como la calle que pisamos... cuanto más no lo estaremos con el mundo entero.

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